Matthew Taylor Coleman, de 40 años, fue acusado este miércoles en una corte federal de Los Ángeles de matar a sus hijos pequeños. Los cargos que enfrenta son de asesinato en el extranjero de ciudadanos estadounidenses.
Este hombre habría confesado su crimen, luego de que fue detenido por agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza cuando trataba de ingresar a Estados Unidos a través de la garita de San Ysidro, en la frontera entre Tijuana y San Diego.
El FBI revelo nuevos detalles del asesinato de los dos niños estadounidenses de 2 años y 10 meses de edad, cuyos cuerpos fueron encontrados el lunes en Playas de Rosarito, en México.
La agencia afirma que su propio padre los llevó a ese país para matarlos. Les clavó un arpón varias veces en el pecho, porque creía que los niños tenían ADN de serpiente y debía matarlos para “salvar el mundo de monstruos”.
“M. Coleman explicó que él había sido ilustrado por teorías de la conspiración de QAnon y los Iluminati y que estaba recibiendo visiones y señales que le revelaban que su esposa, A.C., poseía un ADN de serpiente y se lo pasó a sus hijos. M. Coleman dijo que él estaba salvando al mundo de monstruos”, señala una declaración jurada elaborada por Jennifer Bannon, agente del FBI.
El propio Coleman identificó a sus hijos en las fotos que tomaron las autoridades mexicanas al recuperar sus cadáveres. Marcó cada una de las imágenes con las iniciales de los niños, R.C. y K.C. “M. Coleman declaró que sabía que había hecho mal, pero que esa era la única acción que salvaría al mundo”, menciona el FBI.
El sospechoso dio detalles específicos de los asesinatos. Contó, según documentos judiciales, que llevó a sus hijos a México el sábado pasado y que, como no tenía una silla para niño, puso a su bebé en una caja. Llegó hasta la zona de Rancho del Cielo, en Rosarito. Primero mató al bebé clavándole un arpón en el corazón. Luego lo hizo con su hija, quien, según su confesión, “no murió inmediatamente”, por lo que tuvo que clavarle el arpón más veces. Cuando lo hacía se cortó una mano.
Después arrastró los cuerpos unas 30 yardas y los dejó en unos matorrales. A los investigadores les reveló el lugar exacto donde los dejó, lo cual coincide con la información que la Fiscalía de Baja California, que investigó la escena del crimen, le compartió al FBI.