La potencia militar de Corea del Norte es demostrada en cada uno de los desfiles organizados por Pionyang. Pero lo que no muestra durante esos actos es su fuerza de operaciones especiales, que es la más grande del mundo, con cerca de 200.000 integrantes.
“Serían un enemigo feroz”, afirmó un ex boina verde que se desempeñó en Corea del Sur. “Tenemos ventaja tecnológica y aviones y misiles pueden bombardearlos de vuelta a la Edad de Piedra, pero ellos seguirán luchando por su dios”, comentó.
En ese sentido, explicó: “Desde su nacimiento han sido criados en este ambiente de culto donde el líder supremo es su dios. Son fanáticos y duros. Los inviernos coreanos no son una broma y estos tipos han sido entrenados para sobrevivir y operar en esos entornos. Lucharían hasta el último hombre”.
La fuerza de operaciones especiales norcoreana se divide de acuerdo con su especialidad. Cuenta con unidades de reconocimiento encargadas de recopilar datos de inteligencia; unidades aerotransportadas que pueden infiltrarse por aire y tomar el control de objetivos como aeródromos y puentes; marítimas que realizan incursiones litorales y se movilizan en barcos o submarinos; y los comandos que llevan a cabo operaciones de acción directa.
Estos grupos de élite se basan en la velocidad y la sorpresa y tienen dos misiones estratégicas, como son infiltrarse en Corea del Sur para realizar guerras no convencionales y sabotajes en las líneas de retaguardia de ese país y de EE.UU., así como defender a Corea del Norte de las unidades de operaciones especiales estadounidenses y de Seúl.
Por lo tanto, si se desatara una guerra, la infantería pesada o las unidades mecanizadas norcoreanas atacarían la primera línea enemiga, mientras que la fuerza de operaciones especiales, organizada en comandos o en unidades de infantería ligera, emprendería una guerra no convencional desde la retaguardia o los flancos, atacando líneas de suministro, centros de comando y control y otras instalaciones estratégicas.