La violación y asesinato de la pequeña de 9 años Candy Rogers en 1959 conmovió a la comunidad de Spokane, en el estado de Washington. No fue hasta 62 años después que finalmente se resolvió su caso y se descubrió al culpable, permitiendo un cierre para sus familiares y para el Departamento de Policía de la ciudad.
Este viernes, la policía de Spokane dio a conocer su resolución y contó la historia del horrible homicidio. “La determinación implacable junto con el avance de la tecnología ayudó a resolver uno de los crímenes más atroces e inquietantes de Spokane”, tuiteó el departamento.
El 6 de marzo de 1959, la niña salió a vender unos caramelos en su barrio, pero nunca regresó. Cuando cayó la noche, la familia salió a buscarla. La comunidad se unió a la desesperada búsqueda, así como varias agencias del orden. Su cuerpo fue descubierto en un área boscosa, 16 días después. La habían violado y estrangulado con una prenda de la misma ropa que llevaba, de acuerdo con la cronología contada por la policía de Spokane.
A pesar de los esfuerzos por resolver el caso, la falta de tecnología y medios para analizar la evidencia recopilada no eran suficientes y nunca se halló al culpable, lo cual persiguió durante años a familiares y policías.
No fue hasta principios de 2021 que el caso se reabrió, cuando investigadores de la policía de Spokane y el estado de Washington se enteraron de una prueba de ADN de última generación que estaba realizando un laboratorio en Texas y enviaron una muestra de semen recolectada de la ropa de Candy, relató la policía de Spokane.
El resultado de la prueba arrojó como posibles coincidencias el nombre de tres hermanos. De ellos, solo uno había tenido descendencia, John Reigh Hoff. Pero había muerto hacía años.
Los detectives contactaron a la hija de Hoff, quien rápidamente se dispuso a colaborar con la investigación y envió una muestra de su ADN. Los resultados arrojaron que era 2.9 millones de veces más probable que su ADN estuviera relacionado con la muestra recolectada del cuerpo de la niña, agregó la policía en su recuento.
Todo apuntaba a John Reigh Hoff, quien había muerto por suicido en 1970, por lo que los investigadores consiguieron una orden judicial para exhumar su cuerpo y recolectar muestras de su ADN. El resultado mostró entonces una coincidencia entre el ADN de Hoff y el de la muestra, con un umbral de probabilidad que indicaba que era 25 trillones de veces más probable que la muestra proviniera de Hoff que de otra persona cualquiera.
De esta forma fue posible, finalmente, determinar que John Reight Hoff era el responsable de la violación y asesinato de Candy.
El hombre tenía 20 años cuando la asesinó. Vivía a una milla de casa de la niña, en el barrio West Central de Spokane. Poco antes, a los 17 años, había entrado al Ejército.
Pero dos años después del crimen de Candy, fue condenado por agresión en segundo grado con la presunta intención de robar. En ese incidente, Hoff abordó a una mujer, le quitó la ropa, la ató con sus propias prendas y la estranguló antes de huir de la escena. Pero la víctima sobrevivió y Hoff fue a la cárcel, aunque solo estuvo seis meses.
La condena hizo que lo expulsaran del Ejército y luego trabajó en un almacén de madera. Posteriormente se hizo vendedor puerta a puerta. A los 31 años, se suicidó.