Me imagino que conocerás el párrafo de la biblia , donde liberan a un preso llamado Barrabas. Mateo 27:21. LBLA Y respondiendo, el gobernador les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos respondieron: A Barrabás. NBLA El gobernador les preguntó de nuevo: “¿A cuál de los dos quieren que les suelte?” Ellos respondieron: “A Barrabás.” Bueno que dirías si te digo que esta escena se repetía cada semana santa en Guatemala, con ocasión de la procesión del santo entierro del Cristo Yacente del Calvario liberaban a un preso, cuando pasaba frente a la “Penitenciaria Central”

El acto consistía en otorgar indulto a algún presidiario que reunía varias características, entre ellas, haber cometido un delito considerado menor y demostrado buena conducta.
Posterior a ello, el liberado debía realizar un sencillo acto simbólico de implorar tanto el perdón a Dios como a la sociedad. A continuación, el preso era desencadenado y obligado a continuar dentro del cortejo procesional.
Cuando comenzó la tradición del indulto
Pero ¿de dónde pudo haber surgido la idea de realizar el acto conmovedor y emotivo de liberar a un preso?. Se sabe que la liberación de un preso es una tradición sumamente antigua que se remonta al siglo XV, posiblemente en 1447, cuando Juan II de Castilla promulgó la Ley del Perdón del Viernes Santo.

En la ley se especificaba que cada año con motivo de la Pasión de Jesús se liberaría a un reo. La institucionalización de la medida tendría lugar 312 años después por Carlos III. En aquel año una grave epidemia asoló la ciudad de Málaga y las autoridades decretaron la suspensión de las procesiones.
Los presos pidieron portar una imagen, una medida que fue denegada y que provocó un motín en el que los presos huyeron para portar la imagen religiosa por la ciudad. Tras la procesión volvieron a la cárcel y de forma milagrosa desapareció la epidemia. Carlos III quedó conmovido y concedió la pragmática real que recoge el privilegio de indultar un preso antes de cada Semana Santa. El 15 de mayo de 1968 concluyó la demolición de la Penitenciaría Central, no obstante, el tradicional acto de liberación de un preso continuó hasta la década de los años ochenta y era concedido a uno ubicado en alguna de las granjas penales del país.
Este acto, dadas las falencias de nuestro actual Sistema de Justicia habría sido imposible mantener hasta el día de hoy, por muy menor que hubiese sido la falta cometida por el beneficiado, quedando tan sólo como un recuerdo romántico de la emblemática procesión del Santo Entierro del Cristo Yacente del Calvario.