Recientemente, científicos británicos han creado lo que se considera el violín más pequeño del mundo, una verdadera proeza en el campo de la nanotecnología. Fue desarrollado por investigadores de la Universidad de Loughborough en el Reino Unido. Este violín es increíblemente diminuto. Mide apenas 35 micrómetros de largo por unos 13 micrómetros de ancho. Para ponerlo en perspectiva, un cabello humano tiene un diámetro que oscila entre 17 y 180 micrómetros, lo que significa que este violín es más delgado que la mayoría de los cabellos humanos.

Está fabricado de platino. Para su fabricación, se utilizó una técnica avanzada de nanolitografía con un instrumento llamado NanoFrazor. Este dispositivo usa una aguja a calor extremo para “esculpir” con precisión los patrones programados en un chip cubierto con capas de gel. Una vez trazado el diseño, las capas se disuelven para revelar el trazado, sobre el cual se deposita una capa de platino. Todo el proceso tomó alrededor de 3 horas y se realizó en un entorno controlado (una “glovebox”) para evitar humedad y partículas.

Es importante destacar que este violín no es funcional; es un grabado microscópico. No produce sonido ni se puede tocar. Su propósito es demostrar las capacidades de la nanotecnología y abrir puertas a futuras aplicaciones Es importante destacar que este violín no es funcional; es un grabado microscópico. No produce sonido ni se puede tocar. Su propósito es demostrar las capacidades de la nanotecnología y abrir puertas a futuras aplicaciones.
La idea de crear el “violín más pequeño del mundo” se inspiró, en parte, en la popular frase de la serie animada Bob Esponja, donde se utiliza como una metáfora para expresar sarcasmo. Los científicos convirtieron esa idea cómica en una realidad tangible a escala nanométrica.
Este proyecto representa un avance significativo en la manipulación de materiales a escalas casi invisibles, uniendo la precisión tecnológica con la creatividad científica.