En nuestra cultura, a menudo se nos enseña a ser complacientes, a decir “sí” para evitar conflictos o para sentirnos aceptadas. Sin embargo, aprender a establecer límites saludables es uno de los actos de amor propio más importantes que podemos practicar. Poner límites no significa ser egoísta ni agresiva; al contrario, es una forma de comunicar nuestras necesidades y de proteger nuestro bienestar físico y emocional, lo cual es fundamental para construir relaciones más sanas y sinceras con los demás y con nosotras mismas.
Establecer un límite implica definir hasta dónde estamos dispuestas a llegar y qué no estamos dispuestas a tolerar. Requiere de autoconocimiento para identificar nuestras necesidades y de valentía para comunicarlas. Para quienes deseen profundizar en este tema con un enfoque directo y liberador, el libro La magia de mandar todo a la mierda de Sarah Knight, ofrece herramientas prácticas para deshacerse de las obligaciones no deseadas y la culpa. Este libro se puede encontrar en Guatemala en tiendas como Librería Sophos, donde su precio ronda los Q130. También puede consultarse su disponibilidad en otras librerías del país con venta en línea como Artemis Libros o Demuseo. Aprender a poner barreras saludables no solo le protege, sino que enseña a los demás cómo desea ser tratada, fomentando el respeto mutuo. Es un paso esencial hacia el empoderamiento.
Esta presión social tiene consecuencias reales y medibles en nuestro bienestar. Para ponerlo en perspectiva, un reciente informe global de Deloitte, “Women @ Work”, reveló una cifra alarmante: casi la mitad de las mujeres (un 48%) se sienten agotadas o quemadas. Esta realidad subraya la urgencia de aprender a establecer límites saludables como un acto de autopreservación y no como un signo de egoísmo.