El uso diario de protector solar es el paso más importante en cualquier rutina de cuidado facial, no solo para prevenir quemaduras, sino también para evitar el envejecimiento prematuro, la aparición de manchas y reducir el riesgo de cáncer de piel. Sin embargo, con tantas opciones en el mercado, elegir el correcto puede ser abrumador. La clave está en conocer las necesidades de tu piel.

Primero, asegúrate de que sea de “amplio espectro”, lo que significa que protege contra los rayos UVB (que causan quemaduras) y UVA (que provocan envejecimiento). El Factor de Protección Solar (FPS) debe ser de 30 como mínimo, aunque se recomienda 50 o más para una protección óptima.
Ahora, elijamos según tu tipo de piel:
- Piel grasa o con tendencia al acné: Busca fórmulas ligeras, tipo gel o fluidas, que sean “oil-free” (libres de aceite) y “no comedogénicas” para no obstruir los poros.
- Piel seca: Necesitas un extra de hidratación. Opta por protectores en crema que contengan ingredientes como ácido hialurónico o ceramidas. Su textura más rica te brindará confort durante todo el día.
- Piel sensible: Los protectores solares minerales o físicos (con óxido de zinc o dióxido de titanio) son tus mejores aliados, ya que son menos propensos a causar irritación. Busca etiquetas que indiquen “hipoalergénico” o “para piel sensible”.
- Piel madura: Elige protectores que ofrezcan beneficios adicionales, como antioxidantes (vitamina C o E) o péptidos, que ayudan a combatir los signos de la edad mientras protegen del sol.
Recuerda aplicarlo 30 minutos antes de salir y reaplicarlo cada dos o tres horas. ¡Tu piel del futuro te lo agradecerá!