La realidad es que no hay una única respuesta válida, pero sí momentos del día en los que tu cuerpo y tu energía pueden marcar la diferencia en tu rendimiento y en los resultados.
Entrenar en la mañana: energía que te acompaña todo el día
Si lo haces temprano, tu metabolismo se activa, quemas más calorías desde las primeras horas y generas endorfinas que elevan tu estado de ánimo. Desde mi experiencia, quienes entrenan en la mañana suelen ser más constantes porque eliminan la excusa de “no tener tiempo” después. Lo ideal: rutinas de 30 a 45 minutos que combinen cardio ligero y fuerza.
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☀️ Mediodía: un break revitalizante
Para quienes trabajan en oficina, entrenar al mediodía puede ser un respiro. El cuerpo ya está más despierto y la temperatura muscular es óptima, lo que reduce el riesgo de lesiones. Aquí funcionan rutinas cortas de 20 a 30 minutos tipo HIIT o funcional, que recargan energía sin agotar.

🌙 Noche: liberar el estrés y construir fuerza
Al caer la tarde y noche, el cuerpo alcanza su mayor nivel de fuerza y resistencia. Es el momento perfecto para levantar más peso, mejorar marcas personales o practicar deportes de alta intensidad. Una rutina de 45 a 60 minutos es ideal, siempre dejando al menos una hora entre el entrenamiento y la hora de dormir para evitar insomnio.

No se trata de la “hora perfecta”, sino de la hora que mejor se adapte a tu estilo de vida y a la meta que persigas. La constancia siempre pesa más que el reloj. Lo importante es moverte, respetar el descanso y hacer del ejercicio un hábito sostenible.