Un nuevo estudio publicado en la revista Nature ha sacudido los cimientos de la paleontología, resolviendo una controversia de décadas sobre el famoso fósil del ‘Nanotyrannus’. Contrario a la creencia popular de que estos restos pertenecían a ejemplares juveniles de Tyrannosaurus rex, la investigación liderada por la doctora Lindsay Zanno y James Napoli confirma que el Nanotyrannus lancensis era, en realidad, una especie de tiranosaurio distinta y completamente desarrollada.
El análisis exhaustivo de más de 200 fósiles de tiranosaurios, incluyendo el espécimen “Dueling Dinosaurs” (Dinosaurios Duelo) hallado en Montana, reveló diferencias anatómicas cruciales que no pueden explicarse por la edad. Los investigadores encontraron que el Nanotyrannus poseía características únicas, como una cavidad sinusal adicional en el cráneo y extremidades delanteras notablemente más grandes que las de un T. rex adulto. Según James Napoli, coautor del estudio, para que el Nanotyrannus fuera un juvenil de T. rex, “tendría que desafiar todo lo que sabemos sobre el crecimiento de los vertebrados. No es solo improbable, es imposible”.
Además, el estudio de los anillos de crecimiento óseo indicó que el ejemplar analizado había alcanzado la madurez, con una edad estimada de unos 14 años, pero sin superar los 6 metros de longitud, significativamente menor que el T. rex. Este depredador más pequeño era, según Zanno, un cazador más ágil, veloz y esbelto, diseñado para la velocidad, lo que sugiere que ocupaba un nicho ecológico diferente al del colosal T. rex.
La confirmación de la coexistencia del Nanotyrannus y el T. rex en el Cretácico tardío redefine la comprensión de la diversidad de depredadores en esa era. Este hallazgo obliga a los paleontólogos a reevaluar décadas de investigación que, sin saberlo, mezclaron datos de ambas especies, abriendo nuevas líneas de investigación sobre cómo era realmente la biología y el crecimiento del “Rey de los lagartos tiranos”.

