Algunos animales pueden ser seres muy independientes, capaces de desempeñarse por sí mismos en la naturaleza, pero no están exentos de sufrir algún tipo de contratiempo o accidente que los haga requerir de algo de ayuda. Para los animales considerados como salvajes y que viven su vida en libertad en los bosques u otros hábitats, puede llegar a ser realmente complejo encontrar y recibir apoyo por parte de un humano.
Nikki Robinson y su madre, Linda, viven en Canadá, un lugar en el que los mapaches son muy comunes. Ambas mujeres son grandes amantes y apasionadas de la naturaleza y de la vida silvestre que tuvieron la suerte de encontrar en la otra a una gran compañera de aventuras y de salvamento.
La presencia de estos inteligentes animales con rayas y hermosas y grandes manchas en los ojos es considerada por algunos como una plaga, por lo que muchas veces no se les presta atención o no son socorridos. Sin embargo, los mapaches, como en el caso de nuestro protagonista, Little Hands, a veces se encuentran en medio de la naturaleza, en las carreteras o en las ciudades solos, desamparados, indefensos o heridos y necesitan ayuda. Por suerte, también hay personas fascinadas con estos animalitos, dispuestas a brindarles un hogar y mucho amor.
En el 2017, el bebé mapache al que más tarde bautizarían con el nombre de Little Hands llegó a la vida de Nikki y Linda. Al parecer, cuando encontraron a este pequeño, estaba asustado a un lado de la carretera sin su mamá, la cual, por desgracia, había sido atropellada a pocos metros de donde se encontraba el bebé. Más tarde, fue llevado a la casa de las que se convirtieron en sus grandes salvadoras y protectoras, con quienes permaneció durante aproximadamente 5 meses.
Cuando este bebé hermoso se fue con la que sería su familia por un tiempo, tuvo que ser limpiado, calentado, rehidratado y alimentado, además de que tuvieron que mantenerlo aislado. Linda y Nikki dejaron a Little Hands a salvo en su recibidor, sin saber que este pequeño también tenía algo de travieso, y es que el mapache en algún momento decidió salir de su caja y esconderse. Al no poder encontrarlo, tuvieron que recurrir al increíble olfato del perro de la familia, quien finalmente lo localizó entre los zapatos (arriba, fotos justo después de encontrarlo).
Linda se convirtió en la principal cuidadora y protectora de nuestro protagonista. Ella se encargó de levantarlo y de procurar su mejoría, y quizá ese sea el motivo por el que Little Hands siente un amor y un cariño especial por esta entrañable mujer. Aún hoy en día, cuatro años después de reintegrarse a la vida silvestre, este mapache, ahora adulto, vuelve de vez en cuando para visitar, dar amor y cariño a la familia, pero sobre todo a su amada Linda.
Puede que esta sea su forma de dar las gracias por todo lo que hizo por él, o tal vez la extraña, pero el hecho es que sigue yendo a la puerta de la casa para saludar a Linda, sentarse en su regazo, darle algunos abrazos y pasar tiempo con ella.
La historia de Little Hands puede hacernos conscientes de la capacidad de los animales para sentir, amar y para agradecer. Este mapache, que llegó siendo tan solo un bebé a la casa de Nikki y Linda, fue capaz de crear un vínculo afectivo que ha perdurado a través del tiempo. Se trata de un animal que, a pesar de ser considerado salvaje, es capaz de querer, de extrañar, de recordar y de demostrarlo, dando las gracias a sus rescatistas por evitar lo que podría haber sido un futuro realmente complicado.