Riley viajó a Tokio 2020 sin la ayuda de patrocinadores, entrenadores certificados ni una cuenta bancaria que cubriera sus gastos al igual que otros atletas deportivos. Pero llegó al país Nipón con una increíble historia de determinación, esfuerzo, trabajo y disciplina, pues durante tres años trabajó en Woolworths, un supermercado local ubicado en Australia, en el que recibía un pago regular cada 15 días.
Todo el dinero que obtuvo en sus años de trabajo fue ahorrado para financiar su carrera y viaje olímpico. Además, su tiempo libre lo dedicaba a sus estudios y a entrenar por su propia cuenta, pues no podía darse el lujo de pagar un entrenamiento personalizado, pero sí de intentarlo.
Sus logros se hicieron virales en redes sociales por demostrar que nada es imposible, que los límites solo están en nuestra mente y que siempre seremos lo suficientemente capaces para salir adelante de cualquier adversidad.
Pero esto no es todo. Riley participó en la prueba de 200 metros lisos, su prueba preferida, y superó la primera ronda de clasificación. Además, en las semifinales obtuvo el cuarto lugar superando su marca personal (22,56 segundos). Aunque no pudo clasificar a la final debido a la posición que obtuvo en el marcador, ella se ha convertido en una campeona de talla mundial, pues su esfuerzo, dedicación y disciplina hablan por sí mismos.
Esto es solo el comienzo de su larga carrera, ya que probablemente en los próximos Juegos Olímpicos, Riley cuente con el apoyo necesario para seguir mejorando su marcador y obtener la medalla de oro que tanto merece.