En la reciente conmemoración del 50 aniversario de la obra maestra cinematográfica Alguien voló sobre el nido del cuco, película que él mismo produjo, Michael Douglas ha sorprendido al mundo del espectáculo con un anuncio trascendental: su retiro de la actuación. Con casi 70 créditos interpretativos a sus espaldas y seis décadas de incansable trabajo, el dos veces ganador del Óscar ha confesado su necesidad de parar.
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“No he trabajado desde 2022 a propósito, porque me di cuenta de que tenía que parar. No quería ser una de esas personas que se mueren en el set de rodaje. No tengo intención real de volver”, afirmó Douglas, dejando una puerta abierta a proyectos “especiales”, pero dejando claro que su etapa en la primera línea ha concluido.
El lamento de un ícono: “El dinero ha entrado en la democracia como centro de lucro”
Más allá de su decisión personal, el actor de Wall Street no ha escatimado en duras críticas hacia el estado actual de la democracia en Estados Unidos. Con una franqueza que caracteriza su trayectoria, Douglas lamentó la devaluación de los ideales que, a su juicio, solían definir la política estadounidense. “Ahora la política parece estar orientada al beneficio. El dinero ha entrado en la democracia como centro de lucro. La gente entra en política para hacer dinero. Manteníamos un ideal, un idealismo en EE. UU., que ya no existe”, sentenció, en declaraciones recogidas por Variety.
Su visión es la de un país donde la clase política ha sucumbido a los intereses económicos, una preocupación que resuena con la percepción pública. De hecho, encuestas recientes de Pew Research Center revelan que más del 70% de los estadounidenses creen que los políticos están más influenciados por los grupos de interés y el dinero que por las necesidades de los ciudadanos.
Douglas no quiso ahondar en ejemplos específicos, señalando que “las noticias hablan por sí mismas”, en clara alusión a las constantes polémicas que azotan al país, desde aranceles hasta complejos problemas migratorios.
La voz de Michael Douglas, que superó un duro tratamiento contra el cáncer de garganta, se alza ahora como la de un observador crítico que, al cerrar el telón de su brillante carrera, nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la democracia y la urgente necesidad de salvaguardar sus principios más puros. Su legado no será solo el de sus memorables personajes, sino también el de un defensor de la integridad en un mundo en constante transformación.