El 26 de julio de 1908, la ciudad de París fue testigo de un hito en la historia del automovilismo: el piloto alemán Köppen cruzó la meta, proclamándose vencedor de la titánica carrera “Alrededor del mundo“. Esta competencia, que se extendió a lo largo de cinco meses, puso a prueba no solo la resistencia de las máquinas, sino también la pericia y el temple de los conductores que se atrevieron a enfrentar este desafío global.
La carrera, que capturó la imaginación del público de la época, representó un ambicioso esfuerzo por demostrar la fiabilidad y el potencial del automóvil en una era donde la infraestructura vial global era aún incipiente. Los participantes se enfrentaron a terrenos difíciles, condiciones climáticas extremas y la incertidumbre de un viaje que, para muchos, era impensable. La victoria de Köppen no solo lo consolidó como un pionero en el deporte motor, sino que también sirvió para impulsar el desarrollo y la aceptación del automóvil como un medio de transporte capaz de superar grandes distancias y desafíos. Su llegada a París marcó el fin de una aventura épica y el inicio de una nueva era en la movilidad y la exploración.