La fascinación del público por las historias de suspenso basadas en hechos reales tiene un nuevo exponente en Netflix con la miniserie “Vigilante” (The Watcher). Protagonizada por Naomi Watts y Bobby Cannavale, la trama sigue al matrimonio Brannock, quienes invierten todos sus ahorros para adquirir una residencia de ensueño en los suburbios. Sin embargo, la ilusión se desvanece rápidamente cuando comienzan a recibir misivas de un acosador que se autodenomina “El Vigilante”.
Este misterioso personaje asegura tener una conexión ancestral con la propiedad y describe una vigilancia constante y perturbadora sobre la familia y su nuevo hogar, desatando una espiral de paranoia y terror. A lo largo de sus siete intensos episodios, la serie explora cómo la desconfianza se infiltra en la comunidad y en el propio núcleo familiar, donde cada vecino parece un posible sospechoso.

La producción se inspira directamente en el caso real de la familia Broaddus, que en 2014 compró una casa en Westfield, Nueva Jersey. Poco después de la compra, comenzaron a recibir cartas escalofriantes. El autor, cuya identidad nunca fue descubierta, afirmaba que su familia había “vigilado” la casa durante generaciones y hacía referencias alarmantes a los hijos de la pareja. El acoso fue tan severo que los Broaddus, aterrorizados, nunca llegaron a mudarse y terminaron vendiendo la propiedad con una pérdida económica considerable.
Si bien la serie se toma licencias creativas para potenciar el drama, el núcleo de la historia se mantiene fiel al terror psicológico que vivió la familia, un caso que a día de hoy permanece sin resolución y que demuestra que, a veces, la realidad supera a la ficción más escalofriante.