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En un día como hoy, Rusia lanzó la sonda espacial Venera 7 hacia Venus

El 17 de agosto de 1970, la Unión Soviética lanzó la sonda espacial Venera 7, una misión que marcaría un antes y un después en la exploración de Venus. A diferencia de sus predecesoras, que no lograron sobrevivir al hostil ambiente del planeta, la Venera 7 fue diseñada para soportar las extremas condiciones de temperatura y presión de la superficie venusina. Su objetivo principal era aterrizar en el planeta y transmitir datos directamente desde allí.

Tras un viaje de 120 días, la sonda entró en la atmósfera de Venus el 15 de diciembre de 1970. A medida que descendía, la cápsula de aterrizaje, protegida por un sistema de frenado aerodinámico y un paracaídas, se enfrentó a presiones y temperaturas inimaginables, que superaban con creces las de la Tierra. A pesar de algunos fallos en la transmisión, se lograron recuperar 23 minutos de datos, de los cuales uno fue crucial: la confirmación de la presión y la temperatura en la superficie de Venus.

La Venera 7 se convirtió en el primer objeto hecho por el ser humano en aterrizar con éxito en otro planeta y transmitir datos desde su superficie. Los datos recibidos revelaron una temperatura de 475 grados Celsius y una presión 90 veces superior a la de la Tierra. Este logro no solo fue un triunfo de la ingeniería, sino que también proporcionó a la comunidad científica la primera información directa sobre la superficie de Venus, sentando las bases para futuras misiones de exploración. La Venera 7 nos mostró que la exploración de otros mundos es posible, incluso en los entornos más desafiantes.

Dato interesante: A pesar del éxito de la misión, el aterrizaje de la Venera 7 no fue del todo suave. Un fallo en el paracaídas provocó que la sonda impactara contra la superficie de Venus a una velocidad de aproximadamente 60 kilómetros por hora, mucho más rápido de lo previsto. A pesar del violento choque, la nave sobrevivió y pudo transmitir datos cruciales durante unos 20 minutos desde la superficie, demostrando la increíble resistencia de su diseño. Este aterrizaje “forzoso” fue un testimonio de la robustez con la que los ingenieros soviéticos construyeron la sonda para un entorno tan extremo.

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