En un gesto que ha sacudido al mundo del entretenimiento, el cineasta estadounidense Woody Allen participó a través de una videoconferencia en la Semana Internacional del Cine de Moscú. Durante su intervención, Allen expresó su admiración por el cine ruso y no descartó la posibilidad de rodar una película en el país, afirmando que si recibiera una propuesta, consideraría un guion centrado en “lo bien que se siente en Moscú y San Petersburgo”.

Estas declaraciones han provocado una enérgica respuesta por parte de Ucrania. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania calificó la participación de Allen como una “vergüenza y un insulto” al sacrificio de los artistas y cineastas ucranianos que han sido víctimas de la agresión rusa. A través de un comunicado oficial, el ministerio sostuvo que la cultura no debe ser utilizada para “blanquear crímenes” o servir como herramienta de propaganda, condenando la decisión del director de “bendecir el sangriento festival de Moscú”.
Tras la ola de críticas, Woody Allen emitió una declaración a medios internacionales. Si bien afirmó su firme creencia de que “Vladimir Putin está totalmente equivocado” y calificó la guerra como “espantosa”, defendió el diálogo artístico. “No siento que cortar las conversaciones artísticas sea una buena manera de ayudar”, manifestó el director.
La aparición de Allen en el evento, donde compartió pantalla con figuras que han apoyado públicamente la invasión, ha reavivado el debate sobre el papel de los artistas y la cultura en tiempos de guerra, y si es posible separar el arte de la política en un contexto de conflicto internacional.