El frizz es uno de los problemas capilares más comunes y suele aparecer cuando el cabello está deshidratado, poroso o expuesto a la humedad. Aunque parezca inevitable, existen múltiples métodos para reducirlo y recuperar una melena más controlada.
Una de las claves principales es la hidratación: usar acondicionadores nutritivos y mascarillas una o dos veces por semana ayuda a sellar la cutícula. Optar por productos sin sulfatos ni alcohol es ideal, ya que no resecan la fibra capilar.

Secar el cabello con delicadeza: en lugar de frotar con la toalla, se recomienda envolverlo en una camiseta de algodón o toalla de microfibra para evitar fricción. Del mismo modo, el uso moderado de calor es importante; si se utiliza plancha o secadora, conviene aplicar un protector térmico y elegir temperaturas bajas.
Los aceites naturales como el de argán o coco on grandes aliados, pues nutren y aportan brillo sin apelmazar. Además, peinar el cabello con peines de dientes anchos o cepillos de cerdas naturales ayuda a distribuir los aceites propios del cuero cabelludo.
Por último, los hábitos diarios también cuentan: mantener una alimentación balanceada, beber agua suficiente y recortar las puntas abiertas cada cierto tiempo favorece un aspecto más sano y libre de frizz.