Desde siempre, el color de los ojos ha sido un tema de fascinación y debate. Mientras algunos se sienten atraídos por la intensidad de los ojos oscuros, otros prefieren la singularidad de los tonos azules o verdes. Sin embargo, la ciencia nos indica que nuestra percepción del atractivo ocular va más allá de la simple pigmentación del iris.
Investigaciones recientes han puesto de manifiesto que ciertos rasgos estructurales del ojo son universalmente más atractivos porque actúan como indicadores fiables de buena salud y juventud. Uno de los elementos más significativos es el anillo limbal, el sutil borde oscuro que rodea el iris. Un anillo limbal bien definido y oscuro se asocia con la juventud, ya que tiende a desvanecerse y hacerse menos prominente con la edad y ciertos problemas de salud. Esta característica crea un contraste llamativo que realza la mirada.
Otro factor determinante es el blanco de la esclerótica, la capa externa que recubre el globo ocular. Una esclerótica de un blanco brillante y sin enrojecimientos es un fuerte indicador de salud. Por el contrario, un tono amarillento o enrojecido puede ser señal de enfermedad o envejecimiento, lo que instintivamente disminuye la percepción de atractivo.
Finalmente, el tamaño de la pupila también juega un papel. Pupilas más grandes, dentro de un rango normal, suelen percibirse como más atractivas, un fenómeno que puede estar ligado a respuestas emocionales de interés y excitación. Aunque la preferencia por un color específico de ojos varía cultural y personalmente, la evidencia científica sugiere que es la combinación de un anillo limbal marcado, una esclerótica blanca y una pupila de tamaño saludable lo que verdaderamente conforma una mirada irresistible.