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El ritmo de vida acelerado puede afectar la calidad de nuestro sueño, un factor fundamental para la salud y el bienestar. Un descanso deficiente no solo provoca cansancio, sino que también incide en nuestro estado de ánimo, concentración y salud en general. Adoptar hábitos simples puede marcar una gran diferencia. Establece una rutina antes de dormir, evitando pantallas brillantes y optando por actividades relajantes como leer o escuchar música suave.
Asegúrate de que tu dormitorio sea un santuario de tranquilidad, oscuro y a una temperatura agradable. El ejercicio regular durante el día también contribuye a un sueño más profundo y reparador. Alimenta tu cuerpo de forma consciente, evitando comidas pesadas y cafeína horas antes de acostarte. Escucha a tu cuerpo y aprende a identificar qué te ayuda a desconectar para lograr un sueño verdaderamente revitalizante. Cuidar tu descanso es un acto de amor propio que te permitirá enfrentar cada nuevo día con energía y vitalidad
