El Primer Viaje a la Oscuridad

Nos situamos en el Lurgan del siglo XVII o principios del XVIII, una época donde la línea entre la vida y el deceso a menudo se difuminaba por la rudimentaria comprensión médica. Se creía que Marjorie McCall había sucumbido a una fiebre implacable, y su cuerpo fue depositado con el debido pesar en el histórico cementerio de Shankill. Sin embargo, un detalle macabro sellaría su destino de forma inesperada: un anillo de boda de incalculable valor adornaba su dedo inerte, una joya destinada a atraer la codicia.
El Despertar Inesperado
La noche de su entierro, la quietud del camposanto fue profanada. Ladrones de tumbas, atraídos por el rumor del preciado anillo, desenterraron el ataúd de Marjorie. Con la oscuridad como cómplice, forcejearon para extraer la sortija, pero esta se resistía. Fue entonces cuando, en un acto de desesperación y barbarie, decidieron cercenar el dedo de la “difunta”. En ese instante preciso, un gemido, un movimiento, una chispa de vida… Marjorie McCall despertó de su letargo mortal.

Lo que se había diagnosticado como muerte era, en realidad, un profundo coma o un estado cataléptico, una condición que el conocimiento de la época no podía discernir. La escena se tornó en un cuadro de horror puro: los profanadores, paralizados por el terror ante la resurrección, huyeron despavoridos, dejando a Marjorie emergiendo de su tumba, una figura fantasmal bajo la luz de la luna.
El Regreso al Mundo de los Vivos
Con una determinación sobrenatural, Marjorie McCall caminó de regreso a su hogar. Allí, su esposo, un médico de profesión, y su familia se entregaban al luto. Un golpe en la puerta interrumpió su dolor. La leyenda susurra que el marido, al escuchar el familiar llamado, exclamó con incredulidad: “Si no hubiera enterrado a tu madre, juraría que ese es su golpe”. Al abrir, la visión de su esposa “fallecida” le provocó un shock tan profundo que su cabello, según el relato, encaneció de la noche a la mañana.

Marjorie vivió muchos años más después de este inexplicable suceso, incluso se dice que dio a luz a otro hijo. Finalmente, cuando la verdadera muerte la reclamó, fue enterrada una segunda vez en el mismo cementerio de Shankill. Su lápida, una silenciosa testigo de esta asombrosa historia, lleva una inscripción que encapsula su singular destino: “Lived Once, Buried Twice” (Vivió una vez, enterrada dos veces).
La historia de Marjorie McCall no es solo una leyenda; es un escalofriante recordatorio de los misterios que acechaban antes de la medicina moderna, y un testamento al poder de la supervivencia humana frente a lo inexplicable. ¿Qué misterios aún yacen ocultos bajo la tierra, esperando ser desenterrados?