Las autoridades se encuentran investigando un polémico caso, en el que una mujer colombiana desapareció “misteriosamente” durante el proceso de divorcio con su marido David Knezevich.
Hace más de 100 días no hay rastro de Ana María Henao Knezevich, la colombiana que desapareció en España en medio de la separación de su esposo, el serbio David Knezevich.
Henao, residente en Florida, Estados Unidos, buscaba concluir el matrimonio de 13 años con el extranjero, con quien tenía una empresa de servicios tecnológicos y otras propiedades. Sin embargo, terminar el vínculo se había convertido en un proceso complejo.
“La separación fue polémica”, describió un agente del FBI en el expediente judicial, pues “Knezevich no quería dividir el patrimonio conyugal en partes iguales con la víctima”.
La colombiana, de 40 años, decidió viajar a España para tomarse un receso. Les había dicho a sus familiares que sentía miedo de su marido y creía que él la estaba vigilando.
Una serie de hechos antes y después del 2 de febrero, día de su desaparición, han llevado a que la Fiscalía y autoridades estadounidenses acusen al serbio de estar involucrado en el caso, que tiene a personal de búsqueda intentando dar con el paradero de la mujer.
El reloj marcó las 2:20 p.m. del 2 de febrero. Esa fue la última vez que se vio a la colombiana entrando a un edificio de apartamentos en Madrid, donde pasaba sus días.
A las 9:27 p.m., apareció un hombre extraño con un casco. Según el expediente judicial, logró entrar al edificio cuando otras personas salían. Bajó las escaleras y se acercó a la cámara de seguridad con una lata de pintura en aerosol. Trató de tapar el lente de la cámara, pero no lo oscureció por completo.
Luego puso una cinta adhesiva en la puerta, al parecer, para evitar que se cerrara totalmente.
Casi una hora después, a las 10:30 p.m., el mismo sujeto salió del ascensor cargando lo que, para el investigador, sería una maleta.
“El hombre, quien mira directamente a la cámara, tiene características físicas que se asemejan a las de Knezevich”, sentenció.
Knezevich había conocido a una colombiana por medio de una aplicación de citas en octubre de 2023. No habían tenido comunicación hasta que la mujer recibió un mensaje de WhatsApp el 3 de febrero, el día siguiente de la desaparición de Ana María.
El serbio le pidió un favor especial: traducir en “perfecto colombiano” un mensaje. Le aseguró que uno de sus amigos estaba escribiendo un guion con un personaje colombiano, así que buscaba que el escrito sonara “auténtico”:
“I met someone wonderful. He has a summer house about 2h from Madrid. We are going there now and I will spend a few days there. There is barely any signal though. I’ll call you when I come back. Kisses”.
El texto traducido que la mujer le envió fue: “Conocí a una persona muy chévere. Tiene una casa de recreo a unas dos horas de Madrid. Ahora nos vamos y pasaré unos días allí, aunque apenas hay señal. Te marco cuando vuelva. Besos”.
El anterior mensaje fue recibido por las amigas de Ana María horas después. Autoridades inspeccionaron el apartamento donde fue vista la colombiana en Madrid, pero no encontraron su celular ni su computador.
El esposo de Ana María viajó el 27 de enero desde Miami a Turquía, y se dirigió luego a Serbia. El 30 de enero salió del país en un carro alquilado, modelo Peugeot 308.
Devolvió el vehículo el 15 de marzo, con varias particularidades: los vidrios estaban polarizados, el marco de las placas había cambiado y le había quitado dos stickers.
A partir de la investigación, el carro recorrió unos 7.677 kilómetros durante el tiempo que Knezevich lo rentó. Entre Serbia y España hay una distancia de 2.592 kilómetros, dice el expediente judicial.
El FBI conoció que para los primeros días de febrero una persona en España denunció el robo de las placas de su carro: “Las autoridades españolas descubrieron que la placa robada se encontraba en la calle Francisco Sivela, calle donde se localizaba el apartamento de la víctima (Ana María)”.
El Peugeot 308 fue captado en dos casetas de peajes en España con la placa robada y con los vidrios polarizados, los cuales no permitieron establecer quién iba al volante.
Una mujer que dijo ser Ana María llamó el 4 de marzo a una compañía de seguros para cancelar tres pólizas. El asesor, de fondo, escuchó a varios niños, pero la colombiana no tenía hijos.
Cuando los investigadores rastrearon el número de celular hallaron otra conexión: estaba a nombre de una de las empresas del serbio Knezevich.
Una nueva llamada inusual se produjo el 24 de abril. Una empleada del extranjero le confesó a las autoridades que Knezevich le ordenó comunicarse con un banco y hacerse pasar por Ana María para abrir una cuenta.
La trabajadora le expresó su incomodidad al serbio, pero él le insistió que debía hacerlo para que “les pagaran a los empleados”.
“No puedo llamar con mi voz porque sueno como un hombre”, le afirmó.
Las anteriores pruebas, que hacen parte del expediente judicial, fueron expuestas en las audiencias contra Knezevich, quien fue capturado el 4 de mayo en Miami y es acusado del posible secuestro de su esposa.
Un juez le negó la fianza por peligro de fuga, así que permanecerá tras las rejas, mientras que en España tratan de saber qué pasó con la colombiana.