Aunque algunas mascotas también pueden contraer COVID, el brote de una extraña enfermedad que afecta a los perros en Reino Unido es un tipo de coronavirus que no está relacionado con el SARS-CoV-2. Expertos veterinarios británicos coinciden en que la ola de perros afectados por diarrea y vómitos luego de salir a caminar pudieron haber contraído un virus conocido como coronavirus entérico canino.
El coronavirus entérico canino (CEC) es un patógeno que ha estado presente por mucho más tiempo que el coronavirus que causa el COVID-19, y aunque ambos son un tipo de coronavirus, actúan de maneras distintas.
El sitio especializado Vets & Clinics explica que el CEC se contagia por la vía feco-oral, es decir, cuando un animal sano tiene contacto con las heces de uno enfermo. Luego de una incubación de 24 a 36 horas, un perro comienza a presentar sintomatología que se caracteriza por diarrea fétida, vómitos, temblores, temperatura y deshidratación, pues el CEC causa inflamación intestinal
Aunque generalmente se resuelve sin mayores complicaciones, los animales enfermos requieren los cuidados adecuados. El tratamiento médico consiste en administrar inmunoglobulinas, nucleótidos y prebióticos para estimular la microbiota.
Inicialmente se registraron casos de CEC en la provincia de Yorkshire que después se han extendido a otras zonas de Gran Bretaña en las últimas tres semanas. La Red de Vigilancia Veterinario de Pequeños Animales en ese país descartó que estos brotes tuvieran relación con el COVID-19 y recomendó a los propietarios de mascotas y veterinarios manejar los casos sospechosos con cuidado y evitar el contacto entre perros enfermos y sanos.
“Recientemente y tras el brote de COVID-19, producido por el SARS-CoV-2, un coronavirus que afecta a los humanos, se han generado numerosas incógnitas en torno a la transmisión de este novel virus a perros y/o gatos. Los perros o gatos pueden ser infectados por otros coronavirus diferentes que generalmente producen cuadros de tipo entérico”, señalan los expertos de Vets & Cinics. “Hasta la fecha, no hay pruebas de que los perros y gatos sean una fuente de infección para los seres humanos u otros animales o que participen en su transmisión”, concluyen.