Como pocas veces se le ha visto a la reina Isabel II en más de 69 años de reinado, llevada al límite y provocando que decida salirse del protocolo real que ha tratado de imponer a lo largo de las décadas, en esta ocasión, la última polémica generada por los duques de Sussex, el príncipe Harry y Meghan Markle, la han hecho olvidarse de su política de “nunca quejarse y nunca explicar”, reveló el periódico “The Mail on Sunday”.
Según el medio británico, la monarca acaba de dar la instrucción que a partir de este momento el área de comunicación del palacio de Buckingham no permita que se continúen esparciendo las “falsedades” que se dicen acerca de la familia real, por lo que tendrán que corregir cualquier declaración que tergiverse las conversaciones que ella u otros miembros de la realeza de alto nivel mantengan en privado.
Lo anterior se desató precisamente por las múltiples declaraciones que algunos “aliados” de los duques de Sussex dieron a los medios de comunicación sobre la elección del nombre de “Lilibet” que el príncipe Harry y Meghan Markle le pusieron a su segunda hija que nació el pasado 6 de junio de 2021.
La nueva batalla entre los duques y la reina comenzó cuando personas o portavoces cercanos a Harry y Meghan, explicaron que ellos sí pidieron permiso directamente a Isabel II para nombrar a su hija “Lilibet”, apodo que la monarca del Reino Unido ha tenido desde la infancia y que incluso, su esposo, el recién fallecido príncipe Felipe, duque de Edimburgo, le dijo durante los más de 70 años que estuvieron casados.