Angelina Melnikova, una célebre gimnasta de Rusia, se movía entre las barras asimétricas el martes cuando una noticia comenzó a recorrer el mundo: su rival, la súper estrella estadounidense Simone Biles, se retiraba de la final de gimnasia femenina de los Juegos de Tokio.
No habían llegado ni al ecuador de una de las competiciones más esperadas de los Juegos, y el resultado era casi una certeza: el equipo de Rusia podría destronar a Estados Unidos, que hasta hacía unos días parecía imbatible.
Sunisa Lee, Grace McCallum y Jordan Chiles completaron las tres últimas rotaciones sin Biles, que abandonó la competencia tras el salto de potro.
Se suponía que Biles debía ejecutar un “Amanar”, un salto que comienza con una rondada en el suelo para entrar de espaldas al trampolín, y termina con una doble pirueta y media. Pero pareció cambiar de idea durante el vuelo y efectuó solo un giro y medio.
El equipo estadounidense explicó en un comunicado que Biles “será examinada a diario para determinar la autorización médica para futuras competencias”. Está previsto que defienda su título olímpico en la final individual el jueves. Además se clasificó para las cuatro finales por aparatos que se disputarán más adelante.