El testamento del príncipe Felipe, que falleció el pasado 9 de abril a los 99 años en el Castillo de Windsor, permanecerá sellado durante los próximos 90 años para proteger la dignidad de su viuda, la reina Isabel II del Reino Unido, tal y como lo dictaminó este jueves el Tribunal Superior de Justicia en Londres.
Trascurrido ese plazo, los representantes legales del difunto, junto con el procurador general, podrán evaluar si el documento será sujeto a publicación.
Si bien los testamentos suelen ser tratados como documentos de acceso público en el país, desde hace más de un siglo quedó establecida la tradición de mantener la última voluntad de los miembros de la realeza en el ámbito estrictamente privado.
El juez Andrew McFarlane, presidente de la división familiar de la corte, argumentó que “a raíz de la posición constitucional de la soberana, es apropiado tener una práctica especial en relación con los testamentos reales”.
“Hay una necesidad de realzar la protección concedida a los aspectos verdaderamente privados de la vida de este grupo limitado de individuos con objeto de mantener la dignidad de la soberana y los miembros cercanos de su familia”, añadió.
El magistrado, quien se encuentra a cargo de una caja fuerte con 30 testamentos sellados de otros miembros de la realeza, precisó que no ha leído la voluntad del duque de Edimburgo y que desconoce su contenido, excepto por la fecha de su ejecución y el nombre del representante legal asignado para tal fin.