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En el torbellino de la vida moderna, a menudo nos sentimos abrumadas por el estrés y las preocupaciones. Aprender a equilibrar nuestras emociones no es un lujo, sino una necesidad para mantener una buena salud mental y física. Una de las claves principales es la autoconciencia: reconocer y aceptar lo que sentimos sin juzgarnos. ¿Estás enojada, triste o frustrada? Permítete sentirlo, pero no dejes que esas emociones te controlen. Una técnica efectiva, respaldada por la Harvard Health Publishing, es la respiración consciente; tomar unos minutos para respirar profundamente puede calmar el sistema nervioso y brindarte claridad.

El ejercicio físico es otro aliado poderoso. No tienes que ir al gimnasio; una caminata al aire libre, bailar en casa o practicar yoga pueden liberar endorfinas, las hormonas de la felicidad. Además, una dieta equilibrada rica en vitaminas y minerales también influye en nuestro estado de ánimo. Reducir el consumo de cafeína y azúcares procesados puede ayudar a evitar los altibajos emocionales.
Según la Asociación Americana de Psicología, establecer límites claros en el trabajo y en las relaciones personales es fundamental para proteger tu energía. No tengas miedo de decir “no” cuando sea necesario. Por último, cultivar la gratitud es una práctica sencilla pero poderosa. Anota cada noche tres cosas por las que te sientas agradecida. Esto puede cambiar tu perspectiva y ayudarte a enfocarte en lo positivo. Manejar el estrés es un proceso continuo, y cada pequeña acción que tomes para cuidarte es un paso hacia un bienestar integral.