Lee también: Más que un obsequio: ideas de regalos que encantan a las mujeres
El 10 de septiembre de 2008 quedó marcado en el calendario como una fecha de expectación y temor a partes iguales. En la frontera franco-suiza, cerca de Ginebra, la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) ponía en funcionamiento la máquina más grande y compleja jamás construida por el ser humano: el Gran Colisionador de Hadrones (LHC). Este gigantesco acelerador de partículas, un anillo subterráneo de 27 kilómetros, fue diseñado para desentrañar los misterios más profundos del universo, como el origen de la masa.
Sin embargo, en los meses previos a su arranque, una sombra de miedo se extendió por todo el mundo. Noticias y teorías, amplificadas por internet, alertaban sobre un riesgo catastrófico: que las colisiones de partículas a velocidades cercanas a la de la luz pudieran generar microagujeros negros. La principal angustia era que uno de estos agujeros negros, teóricamente, pudiera volverse estable, crecer y, finalmente, engullir la Tierra.
Ante la creciente alarma social, la comunidad científica del CERN y físicos de todo el mundo se esforzaron por explicar por qué el fin del mundo no estaba en la agenda. El argumento principal se basó en la propia naturaleza. La Tierra es constantemente bombardeada por rayos cósmicos con energías muy superiores a las que alcanzaría el LHC, y hasta la fecha, el planeta no ha sido aniquilado por ningún agujero negro de origen cósmico.
Los expertos aclararon que, si el LHC lograra crear un microagujero negro, este sería subatómico y, según la teoría de la radiación de Hawking, se evaporaría casi instantáneamente, sin tiempo para causar daño alguno. A pesar de las detalladas explicaciones y los informes de seguridad que confirmaban la nula peligrosidad del experimento, la controversia persistió hasta el último momento, demostrando la enorme brecha que a veces se abre entre el avance científico y la percepción pública. Aquel día, el LHC arrancó con éxito, sin catástrofes, iniciando una nueva era en la física de partículas.